Desde hace décadas la Organización Mundial del Turismo ha puesto en su agenda el tema de la sostenibilidad. A la luz del desarrollo económico y el impacto ambiental que éste genera, se han buscado estrategias para preservar los recursos naturales y culturales en los lugares que se ostentan como destinos turísticos.
Uno de los más grandes pasos hacia la sostenibilidad en materia turística se dio con la Conferencia Mundial de Turismo Sostenible llevada a cabo en abril de 1995 en Lanzarote, España. Participaron varios organismos no gubernamentales (ONG), redes de universidades y órganos del gobierno español. Fue ahí donde se proclamó la Carta del Turismo Sostenible, que sentó los objetivos y las metas de la industria turística en cuanto a preservación de los recursos. En su primer punto establece que “el desarrollo turístico deberá fundamentarse sobre criterios de sostenibilidad, es decir, ha de ser soportable ecológicamente a largo plazo, viable económicamente y equitativo desde una perspectiva ética y social para las comunidades locales”.
En esta carta también se hace especial énfasis en la conservación de las áreas protegidas, pues de éstas depende en gran medida la industria del turismo. Lo que se planteó en pocas palabras es que esta actividad económica es un importante motor de desarrollo, pero para que éste sea sostenible es necesaria una gestión global de los recursos con la participación de los gobiernos, de los actores de la industria, así como de los consumidores o viajeros.
Casos de éxito en turismo sostenible
A partir de los acuerdos tomados en los ámbitos internacional y local, algunos destinos del mundo han decidido tomar la batuta y demostrar cómo el turismo sostenible no sólo abona al disfrute de las futuras generaciones, sino que puede mejorar la experiencia actual de los viajeros de muchas maneras.
Uno de los casos paradigmáticos es el de la ciudad de Gijón, en España. Esta ciudad fue certificada por el Instituto de Turismo Responsable con el estándar “Biosphere World Urban Destination” gracias a sus esfuerzos en materia de sostenibilidad que brindan beneficios no sólo para sus visitantes sino también para sus propios ciudadanos. Parte de este compromiso se traduce en que más del 85% del territorio de este destino es zona rural. Gijón cuenta con el Jardín Botánico Atlántico, que tiene una extensión de 25 hectáreas y un catálogo de cerca de 30 mil plantas. Uno de los grandes atractivos es La Carbayera del Tragamón, un árbol de más de 400 años.
Además, en Gijón apuestan por la preservación y difusión de los valores y las costumbres locales a través de actividades y museos donde los visitantes pueden conocer a fondo y de una manera íntima la comunidad. También han desarrollado un “Plan de accesibilidad integral y de no discriminación”, con lo cual se pretende adecuar la ciudad para ser accesible y transitable para todos.
En Werfenweng, Austria, la movilidad sostenible pasa a ser el principal pilar de su industria turística. Para llegar a la ciudad existen conexiones de trenes y una vez dentro se pueden abordar vehículos eléctricos, carros de caballos, taxis y autos de bajas emisiones, lo que contribuye a una ciudad más amigable con los turistas en el sentido de no tener embotellamientos ni aire contaminado. Gracias a esta estrategia de movilidad, la proporción de llegadas turísticas sin coche se incrementó de 6% a 25% de 1995 a 2013.
En cuanto a México, un buen ejemplo es la Reserva de la Biósfera Sierra Gorda, en Querétaro. Esta Área Natural Protegida es miembro del Programa Hombre y Biósfera (MaB) de la UNESCO y cuenta con más de 300 mil hectáreas (32% de Querétaro) en las que habitan 100 mil personas en 638 comunidades. Se trata de uno de los territorios con mayor biodiversidad en el país y constantemente se ofrecen pláticas a los visitantes sobre la importancia de mantener limpia la reserva. También se ofrecen apoyos a pequeños empresarios para iniciar proyectos turísticos sustentables en el área.
La sostenibilidad también pasa por la gastronomía
La gastronomía es una parte fundamental del patrimonio cultural de las comunidades y por eso el turismo sostenible apuesta por la preservación de las recetas y alimentos tradicionales de los lugares que se erigen como destinos turísticos. Los alimentos y bebidas que no se encuentran en el lugar de origen de los viajeros constituyen un fin en sí mismos y proporcionan experiencias únicas que van más allá de la mera saciedad del hambre o la sed. Lo ideal es que estos alimentos se preparen con ingredientes de producción local para abonar al desarrollo de las comunidades y al mismo tiempo preservar las técnicas de agricultura y ganadería propias de cada lugar.
En resumen, el turismo sostenible y responsable con el medio ambiente busca exaltar y desarrollar lo local frente a lo global. Producir, preservar y difundir lo que hay en casa ayuda a disminuir los gases de efecto invernadero y toda la contaminación que implican las cadenas globales de producción y distribución.
Retos para el turismo sostenible
Sin duda uno de los grandes pendientes en el camino hacia un turismo sostenible en cada rincón del mundo es el acceso a la educación ambiental. A pesar de los esfuerzos que realizan cientos de organizaciones en todo el mundo, la conciencia del cuidado del medio ambiente sigue estando en segundo plano frente a la globalización y un modelo imperante de desarrollo que supone los recursos de la Tierra como infinitos. Esto es especialmente cierto en los países en vías de desarrollo, donde la generación de riqueza se busca con la mayor rapidez y al menor costo económico posible en detrimento de los recursos naturales.
Para avanzar en la agenda del turismo sostenible los viajeros pueden comenzar por cuestionar sus hábitos de consumo y sus prácticas en los destinos que visitan. Desde comprar agua embotellada hasta desplazarse en avión… en todos los viajes hay pequeñas decisiones que pueden impactar profundamente el entorno y degradar una experiencia que podría ser más enriquecedora tanto para viajeros como para los residentes de los destinos.
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